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Los Manantiales es un barrio de Guadalajara (España), situado al suroeste de la ciudad, en la orilla derecha del río Henares. Está cerca de los polígonos industriales de El Balconcillo, Los Faroles y Cabanillas y junto a la antigua N-II y la línea del ferrocarril Madrid-Barcelona
Historia
Surge de la construcción de las casas para los militares del antiguo Parque de Aerostación de los Ingenieros Militares (también llamado Polígono de Maniobras o de Escuela Práctica) que se asentaba allí desde 1897 y perteneciente al cuartel de San Carlos. De aquello queda en pie dos edificios a uno y otro extremo del barrio.
Siempre fue un barrio aislado y con pocas viviendas pues el único acceso se podía hacer por el norte a través de la antigua N-II. A mediados de los años 1980 se construye al este el puente sobre el Henares en la calle de Julián Besteiro. La construcción del puente supone la urbanización de los terrenos del antiguo cuartel, ampliándose así y de manera continua el barrio de Los Manantiales, así como sino también los del Río y La Chopera, en la orilla derecha del río.
Etimología
El nombre de Los Manantiales se debe a que el barrio se asienta junto al río y bajo él existen balsas de agua almacenada, que aprovecharon los ingenieros militares para producir hidrógeno para los aviones.
Población
En cuanto a la población que allí se asienta, una vez que dejó de ser cuartel militar, fue un barrio obrero de trabajadores de los polígonos cercanos, con rentas medias y media-bajas, aunque en los años 2000 también se crearon zonas residenciales de mayor nivel socioeconómico.

sábado, 16 de abril de 2011

Homenaje al fundador de Manantiales

LA ASOCIACIÓN DE VECINOS DE MANANTIALES ENTREGA UNA PLACA A RAFAEL RODRÍGUEZ PANIAGUA

Ha sido el comercial de referencia para quienes se han afincado en el barrio desde los setenta. Se le entregó una placa por haber estado “al servicio de todos”, que recibió “orgulloso”.Homenaje paniagua Rafael Rodríguez Paniagua es un agente inmobiliario a la antigua usanza que desde ayer está más ligado que nunca a uno de los barrios con más solera de la capital, Manantiales. Fue él quien convirtió una granja con mil gallinas en un barrio con las primeras cien viviendas, hace ya cuarenta años. El barrio creció siempre con este profesional como enlace –una suerte de comercial y amigo, difícil de encuadrar en los perfiles del mercado inmobiliario actual– y ahora, en que ya hay una tercera generación de vecinos, una treintena de ellos se reunió ayer por la tarde en el Centro Social, le entregó una placa y le dedicó una calurosa ovación.
    Fue un homenaje sorpresa. “Ha venido engañado como un niño”, dijo ante los asistentes la presidenta de la Asociación de Vecinos, Carmen Juárez, que también habló con cariño de “una encerrona”. Y don Rafael llegó sumiso, se cuadró como un general para recibir esta medalla de cariño vecinal y pronunció unas palabras visiblemente emocionado: “He tenido la enorme suerte de empezar un barrio y terminarlo”.
Quién es Rodríguez Paniagua
En efecto, se puede decir que este hombre fundó Manantiales, porque cuando llegó sólo había gallinas. Aprovechando que había terrenos calificados para construir, que estaba próxima la estación –entonces no había otro transporte público– y que se habían asentado cerca varias empresas, comenzaron a llegar los primeros pobladores. Corría junio de 1968 cuando vislumbró la posibilidad de asentar las primeras cien viviendas en una granja. Dos años después, los primeros pobladores llegaban allí.
    Lejos de limitarse a hacer el negocio y cobrar sus servicios, con el tiempo Rodríguez Paniagua se fue ganando el cariño de muchos vecinos –también hubo alguna trifulca, “por vanidad o por orgullo”, recordó– por su predisposición a hacer también de anfitrión con los recién llegados. “Había una relación de compromiso entre la empresa y los vecinos”, recordaba ayer, antes del homenaje, con la presidenta vecinal. “Lo que he hecho, lo he hecho de corazón”, dijo luego ante sus vecinos, un tanto embargado por la emoción.
Atención personalizada
“Siempre ha estado al servicio de todos”, recordó Juárez. Porque, como hombre de referencia para quienes llegaban desde pueblos como Valdeconchas –muchos de los primeros colonos– o desde otras provincias como Madrid –caso de la actual presidenta, que lleva ya cuatro décadas viviendo en el barrio–, Rodríguez Paniagua ofrecía –y sigue ofreciendo– una atención personalizada. “Si puedo, ayudo”, insiste este hombre de origen extremeño, que aunque ya está jubilado y su empresa en liquidación, sigue al pie del cañón, acudiendo cada martes y cada viernes al barrio para atender las demandas de mantenimiento que le expresan algunos vecinos, muchos de ellos mayores, por lo que se muestra todavía más comprensible con la necesidad de resolver sus problemas.
    Cuatro décadas después de que el barrio se fundase con un centenar de hogares y varias empresas en el polígono próximo, ahora hay ya 1.900 viviendas y hay una tercera generación de vecinos. Si los primeros eran gente trabajadora llegada al calor de los negocios allí asentados, la segunda la constituyeron muchos titulados que se pagaron las carreras con el sacrificio de sus padres. Ahora ya hay niños que ayer correteaban por las instalaciones deportivas de un barrio que, pese al tiempo transcurrido, cuenta con cuatro líneas de autobús urbano, un moderno centro de salud y otros equipamientos, pero que no olvida a quien encarna toda una trayectoria: ese hombre que recibió una placa un tanto estupefacto (“no sé si me lo merezco o no”) tras acudir a un acto sorpresa: “No sabía ni a qué venía”.
Los inicios
Los Manantiales era hasta los años setenta un terreno en la periferia de la ciudad de Guadalajara con cierto paisaje rural: había una granja con mil gallinas, recuerda Rodríguez Paniagua, que llegó allí a finales de los sesenta para levantar un barrio aprovechando la disponibilidad de terrenos. Los primeros cien pisos que se vendieron tenían un coste de 139.000 pesetas, con unos noventa metros cuadrados. Ahora el barrio cuenta ya con unas 1.900 viviendas, con unos precios por los que evidentemente han pasado cuatro décadas y un mercado inmobiliario al alza: “uno de 140 metros cuadrados puede valer 250.000 euros”, dice el que ha sido fundador de Los Manantiales, “el que fue el primer barrio de Guadalajara”, reivindica con orgullo. La distancia con el casco antiguo de la ciudad, la procedencia externa de sus nuevos pobladores y la propia fisonomía del barrio hicieron que muy pronto Los Manantiales se convirtiese en un barrio donde a menudo se vivía como en un pueblo, con cierta independencia y buena vecindad: “éramos como una familia”, rememora la presidenta de la Asociación de Vecinos, Carmen Juárez.

Fuente | digitaleldia.com

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