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Los Manantiales es un barrio de Guadalajara (España), situado al suroeste de la ciudad, en la orilla derecha del río Henares. Está cerca de los polígonos industriales de El Balconcillo, Los Faroles y Cabanillas y junto a la antigua N-II y la línea del ferrocarril Madrid-Barcelona
Historia
Surge de la construcción de las casas para los militares del antiguo Parque de Aerostación de los Ingenieros Militares (también llamado Polígono de Maniobras o de Escuela Práctica) que se asentaba allí desde 1897 y perteneciente al cuartel de San Carlos. De aquello queda en pie dos edificios a uno y otro extremo del barrio.
Siempre fue un barrio aislado y con pocas viviendas pues el único acceso se podía hacer por el norte a través de la antigua N-II. A mediados de los años 1980 se construye al este el puente sobre el Henares en la calle de Julián Besteiro. La construcción del puente supone la urbanización de los terrenos del antiguo cuartel, ampliándose así y de manera continua el barrio de Los Manantiales, así como sino también los del Río y La Chopera, en la orilla derecha del río.
Etimología
El nombre de Los Manantiales se debe a que el barrio se asienta junto al río y bajo él existen balsas de agua almacenada, que aprovecharon los ingenieros militares para producir hidrógeno para los aviones.
Población
En cuanto a la población que allí se asienta, una vez que dejó de ser cuartel militar, fue un barrio obrero de trabajadores de los polígonos cercanos, con rentas medias y media-bajas, aunque en los años 2000 también se crearon zonas residenciales de mayor nivel socioeconómico.

viernes, 29 de mayo de 2009

Orgullo de barrio

guadalajara29509_38 “Este barrio tiene un sentimiento particular”. Son palabras de Mariano Urraco, sociólogo y futbolista aficionado, y, además, una de las cabezas visibles de la organización del partido homenaje que se disputará mañana con motivo del décimo aniversario de la onomástica del campo de fútbol ‘Dionisio Álvarez’.

El barrio no es otro que Los Manantiales, uno de los más carismáticos y peculiares de Guadalajara; y el campo sigue siendo el mismo que algunos manantialeros construyeron “palmo a palmo” hace ya varias décadas.
Sobre esa misma arena, la de su terreno de juego, Guadalajara Dosmil reúne a la gente que dio vida, y mucha vida, a la ya extinta A. D. Manantiales. Para hablar de recuerdos, de tiempos mejores, inolvidables; y, especialmente, de la figura del desaparecido Dionisio Álvarez, el gran causante de que a lo largo de dos décadas Los Manantiales fueran sinónimo de fútbol. De hecho, así es como lo recuerdan Gabriel Ayuso, delegado de la A. D. Manantiales; José Luis Albarrán, entrenador de numerosos equipos en categorías inferiores del club manantialero; o Félix Sanz, Javier Gregorio y el propio Urraco, ex jugadores del citado club; pero también María Luisa Núñez, Sandra y Jéssica, la viuda y las hijas del propio Dionisio Álvarez. El histórico portero de la A. D. Manantiales Javier Pérez, desde el teléfono, completa la nómina de tertulianos del recuerdo. De un recuerdo que permanece presente, y emocionado, pese al inevitable transcurso de los años.
Impulso deportivo
Para entender la magnitud que tuvo la A. D. Manantiales y la figura de Dionisio Álvarez en el barrio capitalino hay que remontarse a finales de los años setenta, cuando Álvarez, natural de Badajoz, aterriza en Guadalajara desde Ciudad Real. Lo hace en Los Manantiales, un barrio donde el deporte siempre había estado presente –históricos eran los partidos de solteros contra casados, o los encuentros que se disputaban donde “los militares”–, pero en el que faltaba una organización que englobara ese afán deportivo. Dionisio Álvarez, o ‘Zubi’, como le conocían todos; fue el encargado de crearla. Y la A. D. Manantiales, ya a principios de la década de los ochenta, fue su legado. “Fue Dionisio quien levantó todo este tema. Es el que ha movido todo”, recuerda Ayuso. Y añade: “Era el único equipo que estaba sin tener nada detrás”.
Las palabras del sempiterno delegado del conjunto manantialero no están exentas de verdad. La A. D. Manantiales nació de la nada y se perpetuó en el tiempo merced al trabajo de los propios manantialeros. “Era el equipo que le daba esa señal de identidad al barrio”, confirma Pérez. “Era el orgullo del barrio. Ibas a los pueblos y eras de Manantiales, no de Guadalajara”, completa Urraco. “Era salir del colegio y venir a jugar; una de las mejores infancias que puedes tener”, continúa Sanz. “Y con todos los amigos del colegio. Era lo mejor”, le corta Gregorio.
No en vano, el club liderado por Dionisio Álvarez llegó a tener casi mil niños en su historia, con años en los que había más de 150 niños en sus categorías base, que iban de benjamines hasta juveniles, y que incluían también un conjunto de Segunda Autonómica y, durante dos años, un cuadro femenino. Y, todo ello, sin perder la labor integradora que acompañó a Álvarez y a la A. D. Manantiales desde su creación: “Hacía una función social”, analiza Pérez, que formó parte de una de las mejores quintas de la historia del club, la que fue campeona de la Liga Juvenil Provincial. “Íbamos mucho a la parte de las terreras del río a sacar chavales, porque estaban fumando porros, porque estaban todos los días los bomberos apagando lumbres, hacían cabañas. Nos acercábamos a los chicos y algunos nos hacían caso, otros nos mandaban a pasear; pero en eso Dionisio era muy tenaz. Era muy admirable en ese sentido, seguía, seguía y seguía”, rememora Albarrán. “Ha quitado a muchos chicos de la calle”, afirma Núñez sobre su marido.
Elemento vertebrador
Una tenacidad que llevó a Dionisio Álvarez a poder realizar un loable proyecto, el de crear un club en el que los niños y niñas –y no sólo de Manantiales, sino también de otros puntos de Guadalajara y de la provincia– pudieran jugar sin tener prácticamente que pagar ningún dinero. “Para los más pequeños deportivamente supuso todo”, detalla Ayuso. Y continúa: “Aquí han pagado muy poquito los chicos. Muchas veces se les devolvía a mitad de temporada, con una merienda, porque no podían pagar… A base de lucha y lucha, y todo hecho por nosotros, aquí nadie venía a hacerte nada”. Una filosofía que obligó a los manantialeros a afinar su ingenio y a trabajar sobremanera. Así, las propias mujeres y madres de los directivos, técnicos y jugadores fregaban los vestuarios, hacían los bocadillos o estaban en el chiringuito para ahorrar costes y sacar dinero. Pero también se hacían sudaderas, rifas, banderines... Todo con un elemento vertebrador: el campo de fútbol.
“Era un barrizal, nos dedicábamos a sacar agua con cubos –el campo se encuentra encima de las pocetas de manantial que dan nombre al barrio–. Poco a poco, conseguimos ensanchar el campo, coger los vestuarios”, advierte Ayuso. El campo, realizado por el Ayuntamiento, fue mejorado por los manantialeros. De hecho, ellos mismos hicieron las casetas de los suplentes o pintaron el escudo del club –igual que el del Manchego de Ciudad Real, pero con la fuente vieja de Los Manantiales en el centro del mismo– y, de nuevo, el ingenio se hizo presente en centenares de anécdotas que recuerda hasta Jéssica, la hija pequeña de Álvarez: desde ir a robar arena a las obras hasta desvalijar una tienda en Zaragoza para conseguir camisetas. “Cuando yo empecé no estaban las porterías”, se emociona Gregorio. “Para nosotros Zubi ha sido como un segundo padre, como un tutor, que te ha ayudado, que te ha dado consejos, que te ha animado… Una persona muy espectacular, muy humilde y muy trabajador”, sentencia Sanz sobre la persona que da nombre a un campo que lleva ya ocho años esperando el prometido césped artificial por parte del Consistorio y por el que han pasado jugadores como, entre otros, Lillo, Miguelillo, Rafita, Tapia, Tole, Lagar, Pibe, Julipi, Polla, Bauti o los actualmente en Tercera División Cristian Fernández (Azuqueca) y Fran y Álex (Marchamalo). “Lo importante es que siempre sigamos jugando, eso es lo que querría Dionisio”, espeta Albarrán.
Todo se acaba
Algo que ya no podrá ver Dionisio Álvarez, fallecido en 1999, que recibió la Medalla al Mérito Deportivo de la Junta en el 2002. Un año después, en el 2003, su proyecto integrador con el deporte, comenzó a desaparecer: primero los equipos de fútbol y, después, un último conjunto de fútbol-sala que duró dos años más. “Aunque falte uno el resto tiene que empujar. El equipo técnico fue de los primeros en desengancharse y luego los jugadores. No se le puede pedir a los jugadores que tiren, si la gente que tenía que estar arriba no ha tirado”, se lamenta Sandra, hija de Álvarez y presidenta de la A. D. Manantiales tras el fallecimiento de su padre. “Cuando la gente colaboraba iba todo como la seda. Cuando ya falleció [Dionisio], era complicado compaginarlo con el trabajo. Hacían falta muchas horas, hacía falta mucha gente”, concuerda Pérez.
Un homenaje al barrio
Ahora, diez años después del fallecimiento de Dionisio Álvarez, varios manantialeros han querido recoger el “sentir que hay en el barrio” y organizar mañana un homenaje. Un homenaje que no es sólo a Álvarez –su familia recibirá una placa conmemorativa–, sino, además, al también fallecido Juan Bautista Ruiz ‘Bauti’ –su familia también recibirá una placa–, otro de los grandes impulsores de la A. D. Manantiales, de la que fue jugador y el último técnico que tuvo el equipo de Segunda Autonómica. Un homenaje que tendrá su plato fuerte a las 18:00 horas –los actos comienzan media hora antes en el campo de fútbol– con el partido entre los veteranos de la A. D. Manantiales –hay jugadores con 20 años, pero también con más de 50 años, como es el caso de José, el hermano de Bauti– y el Intercontinental Guadalajara, conjunto en el que militan Urraco, Gregorio y Sanz, y que es el que en la actualidad “enlaza con esta filosofía de equipo de barrio, pequeño, de fútbol para todos”. “A través de Dionisio, es un homenaje al barrio y al proyecto en sí, a toda la gente que ha colaborado”, sentencia Urraco. Porque, pese al paso del tiempo, Los Manantiales es ese barrio que sigue manteniendo su propia idiosincrasia.

Fuente | guadalajaradosmil.es

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